Hay batalla dentro,
lo intuyo por el ardor
que deja la lucha
entre ambos hemisferios.

Uno se va a los extremos
del sentimiento
el otro pendula
racionalizando, justificando.

Intenta salvarme,
-entiendo-
pero me agota.

Ya no sé qué levantar
para esconder;
está en todas partes,
muy a ras de suelo
y de cerebro
a flor de piel
como beso o como herida.

Hoy se me murió otro pedazo.

Eran las 2:44, pero la hora no terminaba de llegar. Yo quise estar con él, acompañarlo, ser lo último que vieran sus ojos detrás de las cataratas. Pero no pude, tal vez me faltó valor; tal vez me sobró deseo.

Antes de salir, apresurada, puse en la balanza 12 años 4 meses de recuerdos, frente a dos horas (o menos) de presente. Al final (desde el inicio) pesaron más las dos horas.

Casi al terminar mis ni siquiera dos horas, traía encima media copa de vino, un pedazo de chocolate, un poco de chile, media bocanada de humo reciclado y una taza de café (de a de veras). Ahora, que el día termina y hace rato que pasó el efecto, sé que cuando llegue ya no encontraré el viejo tapete que me hacía tropezar.

Intento pensar en el patio sucio, el pantalón mojado con casi medio litro de baba antes de salir (con el tiempo encima) a trabajar, trato de pensar en los quejidos con los que intentaba llamar la atención. Intento... pero algo me duele en el estómago, tal vez la ausencia, tal vez haber sido yo quien decidiera y resolviera.

Me duelen las muelas, debe ser el llando aferrado a ellas. Era lo último que me quedaba de mi (también muerto) mejor amigo; nació en casa, el 16 de noviembre del 97, murió en casa, el 22 de marzo de 2010.

Le agradecí todos sus años y lo amenacé con un próximo encuentro, tal vez en la vida que sigue.

Ojalá que con el día se acabe la tristeza.

P.D. Pedacito de incertidumbre: (si me lees) Gracias por no dejarme llorar.

Vuel(v)o a casa...

Vuelvo a casa y por la ventana entra el lago pavimentado; sobre él pululan luciérnagas eléctricas, soledades (muchas) fluyen sobre el lecho de los arrollos vehiculares; no hay pajarillos, pero el micro de la derecha trina al son de La Cucaracha.

En los árboles carentes de raíz y alámbrico follaje, cuelgan los tenis de algún cristiano, o testigo, o mormón, o quién sé yo (si el hijo de mi mejor amigo hubiera usado tenis, tal vez, hoy, ahí estarían, también, colgados).

Sobre el lago ya no hay una nata de lirios acuáticos, sino, un poco más arriba, una de radicales libres y partículas suspendidas que nos oxidan.

El hambre no llora en las panzas, sino en los ojos de los niños-axolotl que sividen la vida en lo superficial del paradero y la profunda humedad de las tripas de la ciudad.

Vuelo a casa. Detrás queda la triste y caótica ciudad que hoy se alimentó de mi tristeza.

Me levantó el deseo

Esta noche tengo ganas de escribir, Poesía,
contagiarme del fervor de los versos;
abrazar la cadencia rota de tu respiración.

Esta noche tengo ganas de perderme, Poesía,
en tu mar de palabras, sin metro ni rima;
salvar la distancia entre tú y yo.

Estan noche tengo ganas de hablar, Poesía,
decir que en tus labios mis sueños se esfuman;
vestir de silencio nuestra comunión

Esta noche tengo ganas de sentir, Poesía,
de soñar, cantar y estallar.

Esta noche, Poesía, tengo ganas de ti.

El tiempo, que vuela, me acompaña.

Hace mucho, muuuucho tiempo desde la última entrada. Podría decir que no me da tiempo de mirar hacia atrás, pero tampoco es necesario (decirlo ni voltear), todo lo que me hace falta, para caminar, está frente a mis ojos; ellos han aprendido a discriminar y sólo ven lo que me conviene... lo demás, no importa.

En el escritorio poemas pendientes, trabajo, fotografías; un cúmulo de tareas ansiosas, lecturas intermitentes... tampoco importa. Por fin parece haber llegado el tiempo de organizar mejor los tiempos.

El Silencio aguarda, paciente. No puedo iniciar nada nuevo hasta que no haya terminado con él; no siente celos de lo que me asecha, a final de cuentas, me tendrá de nuevo... me tiene siempre. Qué más da si me distraigo un poco intentando un poema, o un cuento, o perder el tiempo; soy suya, lo sabe.

Hace varios días (bastaaantes) me puse a pensar, a sentir:

Lo prefiero, sí, como nítida silueta,
detrás de los cristales empañados
por la bruma del bosque verde;
lo prefiero, sí, cual falsa ausencia,
disfrazado de silencio...

Decir que no está,
fingir que no existe,
protegerme-erlo-ernos.

Nadie podrá decir: te lo dije
puesto que nada saben,
saben los que deben,
y los que deben
no se atreven a decir.

Yo soy feliz con mi Silencio,
su silencio,
nuestra soledad.

Sólo, solo, sola, solos
lo prefiero.

***

La luna está en el cielo
y su Luz me acompaña cada paso
yo me invento historias
que coinciden todas
con mi realidad.

Me sirve engañarme
creer que me engañan
y esperar.

La luna es un cuerpo
-celeste-
que carece de luz propia
su Luz es un reflejo.


Sucede que no tengo claro que intento decir, no hay un borrador. Sucede que me amordacé el corazón. Sucede que tengo la garganta llena de palabras lindas. Sucede que estoy tan atareada que escupo tarugadas. Pero estoy contenta, sigo contenta, feliz de ver correr el tiempo.