
Ayer, bajo la lluvia, curiosamente, me apareció la fuente: Teoría y juego del duende. Federico García Lorca, Madrid, 1933. Al llegar a casa y dar con la versión completa, tuve una regresión no muy profunda, 7 de mayo de 2009: el positivo marcó el cambio de tercio; las dos verticales paralelas (líneas equidistantes entre sí y que por más que se prolonguen no pueden encontrarse) se clavaron como el primer par de banderillas. Había aparecido. Luz de luna significa su nombre.
"El duende no juega con superficialidades, con las formas, sino que penetra hasta la raíz última e ínima, buscando siempre el dintorno esencial y dolorosamente escondido, el meollo más entrañado y entrañable."
El duende, como dice Lorca, 'es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar... Sólo se sabe que quema la sangre, como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos... Los grandes artistas saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende... La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro que llega a producir un entusiasmo casi religioso.'

"El duende da órdenes y no obedece, es como una maldición que aflora en un momento indeterminado, calienta el corazón, desgarra la garganta y nos domina empecinadamente, furiosamente, como en una arrebatadora posesión. El duende embriaga como un sorbo de raza. Y agota."
P.D. El Silencio se siente tranquilo al saberte observándo, desde la barrera, su danza fúnebre con El Duende.