La que persigue.

Entré al blog hace unos minutos y me di cuenta que lleva días, semanas, abandonado; antes de hoy, la penúltima entrada (escrita) tiene poco menos de un mes; ha comenzado el nuevo ciclo de uno de mis más viejos tópicos: lo taurino; por otro lado, el título del post hace referencia a otro, las tortugas.

Voy por el segundo,,, cuando mi papá me conoció, me dijo "hija de la tiznada"... más tarde, antesito de salir del hospital, me envolvieron en una cobija café (que aún conservo); mi señora madre cuenta que él dijo que parecía una tortuga, metía y sacaba las manos y la cabecilla en la cobija... entonces él comenzó una colección de tortugas. En la sala de nuestra primera casa había un esquinero para ellas. Se veían bonitas todas sobre los cristales, pero cuando se acumulaba el polvo había que quitarlas todas para limpiar y reacomodar; tal vez tengo que restar exageración, pero según recuerdo eran como seiscientas (tssss).

Nos cambiamos de casa y a la nueva no llegaron todas, la colección le dejó su lugar a otra, una de artesanía popular que también se ha mudado. De la mía, conservo algunas a las que les sumé otras que ahora están en una pecera redonda, dentro de un huacal en el estudio... es difícil pensar en deshacerme de ellas.

Resulta que mirando a las tortugas, pensé en la fábula esa en donde una le gana a una liebre. Sucede que el próximo lunes debo entregar un trabajo de investigación sobre El perseguidor, de Cortázar. En realidad la tortuga no persigue a nadie, y podría parecer que nada tiene que ver con el trabajo que debo hacer, pero yo sé mi cuento.

Luego, en la entrada esa a la que me refería en el inicio, se habla de otra persecución y en fin.

Ahora bien, retomando el primer tópico, a mi parecer en la lidia también hay una especie de persecución en donde nadie es perseguido y a su vez todos tratan de alcanzar algo, como Johnny.

Mmm... creo que es tiempo de dejar de desvariar.

Apenas hoy me amaneció el invierno.

Apenas hoy me amaneció el invierno, aunque le presediera su horario con tres días de anticipación... la mañana anegada de nubes me hizo sentir una extraña calidez, como si un nuevo comienzo anunciara calma al lago nominal que soy.