
“Papá por treinta, o cuarenta años…
brazo mío, palabra clara corazón resuelto.
Padre, abuelo, hijo, hermano mío…”
-Jaime Sabines-
De voces hebreas
se prendió un rumor al viento
para traer desde lejos
el significado del silencio;
nosotros, que somos eco,
sombra, final, piedra en tu camino.
Lo que te sobra en la tierra de Emmanuel,
es el recuerdo:
el de la sangre
que renunció a ser agua
para convertirse en vino.
Sobras, porque el tiempo te redujo,
Pero Manuel es historia, derrota y victoria:
Hay uno, el Belgrano,
que ondea, celeste y blanco,
en un cielo lejano.
Otro, quien Nocturno
le cantó a Rosario.
Y el demonio de pasión
que lidia mis recuerdos.
Manuel: aunque quieras renunciar
a ti mismo y a tu padre,
Manuel, también es tu hijo
y si llega, tal vez, el mío.
Papá te digo, Manuel…
por no decirme soledad.
brazo mío, palabra clara corazón resuelto.
Padre, abuelo, hijo, hermano mío…”
-Jaime Sabines-
De voces hebreas
se prendió un rumor al viento
para traer desde lejos
el significado del silencio;
nosotros, que somos eco,
sombra, final, piedra en tu camino.
Lo que te sobra en la tierra de Emmanuel,
es el recuerdo:
el de la sangre
que renunció a ser agua
para convertirse en vino.
Sobras, porque el tiempo te redujo,
Pero Manuel es historia, derrota y victoria:
Hay uno, el Belgrano,
que ondea, celeste y blanco,
en un cielo lejano.
Otro, quien Nocturno
le cantó a Rosario.
Y el demonio de pasión
que lidia mis recuerdos.
Manuel: aunque quieras renunciar
a ti mismo y a tu padre,
Manuel, también es tu hijo
y si llega, tal vez, el mío.
Papá te digo, Manuel…
por no decirme soledad.