ahí les va un cuento al vuelo

Todo comenzó como una piedrita en el zapato
 
La primera vez que Paola sintió la piedra, decidió que iba a soportarla. Era mucho más complicado desanudar el zapato y luego sacarlo pa arrancarla de cuajo.

Después, supongo que cuando había ampulado, supuso que todavía podría soportarlo. Al pisar le incomodaba, pero siguió creyendo que sería trabajar demasiado al tratar de sacarla.

La tercera fue un giro de tuerca, la piedra se encapsuló, y el líquido amortiguaba el dolor. Así pasaron los días, mientras Paola trataba de olvidarse de la herida, a la par que el calzado le daba cabida.

Un día decidió cambiar de zapatos y compró los que había en un anticuado anaquel. Como los anteriores le gustaban demasiado decidió colocarlos en una repisa. La mencionada repisa estaba de frente a la puerta, así que siempre que entraba los zapatos le recordaban que había abandonado su vida pasada. Este recuerdo no venía desde la cabeza, sino desde la planta derecha del pie. Cada dos pasos sentía un hachazo, porque el cuero del nuevo calzado todavía no se había ahormado. Entonces todos los días recordaba la maldita piedra y la malora en que decidió dejarla. Y Paola se tocaba el talón, y se frustraba porque no podía hablarlo. No era grande, pero tampoco pequeña… lo suficiente como para que hiciera mella. No era fría, y aunque tampoco caliente, pero quemaba. No era rugosa, tampoco lisa, pero desgarraba por dentro. Y se cansó.

Sucede que, cansada, Paola les pidió a los reyes que le quitaran ¿del corazón la espina? Lo que pasa con aquello de los sueños es que mal acomodan la información… aunque no hubiera sido ni en el zapato una espina, ni una piedra en el corazón. En sueños Melchor le dijo que no había modo, que tenía que escupirla, que no saldría de otra manera. Entonces ella abrió los ojos y dijo:

-Tengo una piedrita en el zapato.
-Pero no traes puestos los zapatos.
-Entonces la piedrita está bajo la piel.
-Cómo vas a tener una piedra bajo la piel.
-Sí, mira, aquí, en el pie.
-Es que, pequeña, eso no puede ser una piedra.
-Tienes razón, no es una piedra: es una maldita estrella.

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