Nostalgia compartida

Esta entrada es de hace un par de semanas, se había publicado en otro blog, (que no es público, jajajaja)… así que no pude compartirla con nadie, jojo… en fin.

Pensando en Iliana Ávalos (@DonnaHerminia)

Acabo de leer el post de una amiga… ella llora, mientras espera su vuelo… tuvo que despedirse de una bola de pelos y yo me entristezco con ella. Hace poco menos de un año yo también tuve que despedirme de un amigo… también fueron trece años de estar juntos, también me sentí un poco muerta, doblemente muerta, porque además él era el hijo del que será por siempre mi mejor amigo.
A veces, cuando pienso en el futuro, me siento extrañamente culpable. “yo creí que era muy pronto para un perro” (suelen reprocharme)… nunca es pronto cuando sabes que el verdadero valor de la amistad se conoce cuando tienes un perro.
Tal vez mis conceptos de vida no son, ni de lejos, los más saludables ni cuerdos ni prudentes, y tal vez por eso me empeñé en comprarle una mascota al duende. Lo que sé es que pronto entenderá la lealtad y lo incondicional de la amistad y el valor del silencio… aunque también pronto aprenderá sobre la muerte.
Cuando el duende llega de la escuela, y mira a la perra, se desembaraza de los brazos de su papi diciendo “mia, mia” mientras alarga las manitas para alcanzar a una amiga que todavía no tiene muy claro que lo es; Killari le jala suavecito los bigotes y la otra se deja hacer.
Cuando el mirar de la Musa se clave en sus ojos, cuando con su lengua enjugue el llanto, cuando se de cuenta que no hay mejor almohada ni mayor confidente que su perra, cuando sienta que en realidad hay alguien que no la juzga, que todo lo soporta y todo lo perdona… entonces, tal vez, alguien más sepa que nunca es demasiado pronto.
Después, conocerá otro tipo de amistades, y cambiará sus conceptos, y la lealtad y el silencio y todo lo demás serán un recuerdo…

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